Ha llegado la primavera, nos vamos quitando la ropa poco a poco, como se tiene que quitar, y el sol parece que nos abraza, a falta de otro tipo de calor se agradece. Los viajes en primavera son más agradables, no hace ese calor insoportable ni ese frío que hace que estés parado horas en una carretera porque la nieve no te deja pasar, cuando de estar parado estarías mejor con otro tipo de nevada o, por lo menos, intentándolo.
Empezamos a sacar los pantalones cortos del armario, esos que nos quedan tan mal porqué hacen que nuestros muslos parezcan morcillas o, por el contrario, parezcan alambres que de todo hay. Sentimos como necesitamos intentar aparearnos, esto es lo que se supone que pasa en primavera pero realmente intentamos aparearnos durante todo el año, pero parece que en esta época más. Las paradas a desayunar, comer o cenarse convierten en películas de arte y ensayo ya que la mayoría de los compañeros llevan esas camisetas de tirantes que dejan al descubierto la cosecha de pelo que han tenido durante todo el invierno en el invernadero, te llevas alguna sorpresa ves como algunos que conoces resulta que han pasado del moreno al blanco en lo que se refiere a vello o que se han hecho un tatuaje nuevo en aquél lugar que no le daba el sol anteriormente. Cuando están sentados comiendo, mientras ven la tele, porqué es una costumbre en los restaurantes de carretera que haya tele en el comedor para que no nos sentamos solos, y en vez de ver el telediario te fijas en la entrepierna de los colegas ves que los que tienen la pernera suelta casi casi dejan a la vista aquello que todos tenemos y que parece que nos empeñamos en comparar con los demás, porqué no es que jodamos entre nosotros por placer, que va, es simplemente por comparar, eso dicen los machos “a ver como la tienes” mientras sacan su llave del tesoro cuando lo que realmente quieren decir es “vamos a echar un polvo” pero claro eso es un poco de maricones y de eso en nuestra profesión los justos, los justos para que los demás puedan comparar.
Quizá lo mejor, y lo peor, de la primavera sean las gafas de sol. Lo mejor porqué nadie sabe dónde estás mirando, puede parecer que le estás siguiendo atentamente una conversación sobre el maravilloso partido de fútbol del domingo cuando realmente estás siguiendo su mano que se acerca al paquete, ese que lleva embuchado en el pantalón corto y que deja muy poco a la imaginación porqué se nota todo. Lo peor porqué te puede pasar a ti, que te estén mirando a la cañería y no te enteres. Si es que nunca se sabe.
En esta época como si estuviésemos en los picos de Europa, los osos despiertan y los compañeros se hacen más tolerables, palabra inventada por alguien que decidió que no era lo suficientemente decidido para admitir lo que era pero si para practicarlo, bajo la excusa que la primavera la sangre altera se permiten ciertas licencias, que durante el crudo invierno no existían. Ya se sabe que en tiempos de guerra cualquier trinchera es buena, pues ahora, en primavera, contra la calentura cualquier apaño, aunque sea del mismo sexo, se admite. Además ahora con esto de la crisis los clubs de carretera son caros y siempre es más barato tropezar con alguien en la carretera, en esas áreas de descanso que parecen jardines floreciendo, porqué se vuelven más populosas, más coloridas y, lo más importante, menos selectas, y no te cuento cuando llegue el verano y esos adolescentes cumplan los dieciocho años y saquen el carnet de conducir y se acerquen a esos lugares que han oído hablar y que nunca han ido solos sino acompañados sin poder desarrollar todo su potencial. Esas tardes en que sus padres les ha dejado el coche para ir a la playa, al campo, a la piscina… y ellos se van a un área de descanso a desarrollar todo su potencial, no una ni dos sino tres o más veces porqué las áreas suelen estar lejos de las ciudades y hay que amortizar el combustible. Esa cantera que florece.
Y luego están las aves de paso, ahora con la semana santa comienza la migración o, en algunos casos, la peregrinación de área en área y tiro porqué me toca. Madrid La Coruña en doce horas o Madrid Málaga en catorce por las paradas ya se sabe. Todo un mundo que se abre con el buen tiempo y algunos se abren mucho, será por la dilatación de los cuerpos.
Como veréis este es el momento de hacer eso que siempre me preguntáis, todos estamos más receptivos, más tolerantes. Si bien se han de guardar unos mínimos, estos son menores que en cualquier otra época del año. Así que chicos “Ya es primavera en las carreteras”.
jueves, 23 de abril de 2009
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