Un buen amigo pescador siempre me dice que lo mejor para pescar es tener paciencia y no necesidad, lo primero lo he entendido siempre, eso de tirar la caña y recoger durante horas comprobando que el cebo está en el anzuelo y mirar si la boya se hunde y, cuando se hunde, pensar que ha picado algo, y ver que no era más que algas o basura, sacarlo, quitarlo y volver a lanzar. Vamos lo propio de la paciencia máxima, a él le relaja, a mi me pone nervioso, dándome ganas de tirarme al agua a pillar peces a bocados porqué realmente pienso que tardaría menos de esa forma. Pero si bien lo de la paciencia es comprensible, y admirable, lo de la necesidad es algo que hasta ayer no entendía demasiado bien. Después de una cena familiar me dirigí a una zona de recreo nocturno, parque temático al uso, cercana al lugar de la cena.
La escena estaba integrada por los elementos habituales, a saber, coches aparcados con persona dentro, coches aparcados sin ocupante, paisanos paseando y la suma de los paisanos paseando era inferior a la de los coches vacíos en un número par, como veréis es un análisis formal de la situación que todos hacemos al llegar a un parque temático. Una vez elegido el sitio donde aparcar el coche, ese donde creemos que se ve todo y que se nos ve bien pero sin destacar, se procede a la selección natural, es decir por la apariencia se va centrando el interés en algún muchacho en decrimento de otros, pero como todos sabemos esto suele ser circunstancial e inversamente proporcional a la espera, de forma y manera que nuestras miras se van abriendo a más campo cuanto más tiempo pasamos en el lugar, creo que en la pesca se podría decir que esto es la paciencia, como todos no tenemos el mismo grado de paciencia es un tiempo variable, en mi caso, teniendo en cuenta que se inspiraron en mi para “El paciente inglés” este tiempo es grande, aunque tiene su límite por supuesto. Bien, realizado el escáner de los paisanos se elabora la lista de preferencias, es importante señalar que influye algo el interés mostrado por los demás en uno mismo de manera que si alguno muestra interés y le has colocado en un lugar alto de la lista pasa a ocupar el número uno, vamos lo que viene a ser la selección natural. Hasta aquí nada nuevo, el símil con la pesca es perfecto, llegas al lugar, preparas el aparejo y lanzas a la espera de respuesta, en el caso de la pesca este acto se hace muchas veces, mientras miras si la boya se hunde para recoger rápidamente el sedal, ¿ a que parece que lo he hecho muchas veces?. Claro está que desde que lanzas hasta que recoges la boya ha de ser arrastrada por la corriente y esto lleva un tiempo, creo que ese tiempo es el que consigue que la gente a la que le gusta pescar se relaje, los demás mortales lo encontramos desesperante. Digamos pues que estamos en la fase de mirar la boya, mucho más entretenida en el parque temático ya que de la miras la boya te haces un cuadro mental de la leche sobre lo que va a pasar cuando la boya se hunda, en el caso de la pesca no sabes lo que va a salir al recoger el hilo, pero en el parque temático básicamente si lo conoces, así que puedes darle al coco pensando lo que vas a hacer con ello, ventajas de pescar en un parque temático jejeje. Pero imaginemos que cuando estamos pescando tenemos hambre, que lo que vamos a sacar, supuestamente, es lo que nos vamos a comer y que no tenemos forma de obtener otro alimento, en ese caso el tiempo que transcurre desde que lanzamos el anzuelo hasta que recogemos se mengua, por la ansiedad de sacar un pescado, no dejando que la boya siga su ritmo natural arrastrada por la marea dificultando que un pescado muerda el anzuelo, creo que esto es lo que me quería decir con lo de la necesidad, y ahora apliquémoslo a la pesca en parque temático. Todos necesitamos unos tiempos de maniobra, unos más que otros cierto, pero si pretendemos que el tiempo de el otro se adecúe al nuestro cabe la posibilidad que salga por patas y pase de nuestro cebo, por muy suculento que a priori le parezca, porqué descubre como brilla el anzuelo que esconde. Va ser verdad que existe una similitud entre pescar y ligar, básicamente el manual, tanto del pescador como del que va a ligar, da los pasos a seguir, en ninguno de los dos casos se indica el tiempo en cada movimiento, pero en ambos es importante la paciencia, antiguamente se usaba el cortejo, pero ahora eso se relaciona con el pasado, pero ¿A quién no le gusta que le cortejen? Quizá, estamos dejando salir la parte animal que tenemos, dejando a un lado esas características que nos diferencian de ellos. ¿Qué es un buen polvo? Aquel en el que nos compenetramos con la otra persona o aquél en el que satisfacemos nuestra necesidad, o por el contrario, aquel en el que ambas partes quedan satisfechas. Mientras escribo pienso en los polvos que considero buenos y creo que puedo diferenciar entre un buen polvo y una buena corrida, buenas corridas he tenido en los parques temáticos pero buenos polvos fuera de ellos, y si continuara analizando la cuestión seguramente llegaría a la conclusión que para tener un buen polvo se ha de tener confianza y, aparte de atracción física, que me parece que da una buena corrida, una compenetración que me parece que no se da en la primera vez. Pensar esto mientras se está en un parque temático no es muy bueno, creerme no posibilita demasiado buscar una buena corrida, pero quizá te hace ver las cosas con otra perspectiva, máxime cuando el amigo pescador decidió no acompañarme permitiéndome decidir entre una buena corrida o un buen polvo.
jueves, 23 de abril de 2009
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