martes, 3 de noviembre de 2009

Conectamos con el área

No imaginaba aquél muchacho, cuyo máximo riesgo en su vida había consistido en tomarse un yogur desnatado caducado dos horas antes, que la decisión que acababa de tomar, después de haberla meditado y tras múltiples intentos fallidos a causa de su falta de decisión, después de haber leído sobre ello, de haber mantenido conversaciones a través de los chat, último refugio de su verdadera inclinación sexual, se convertiría en uno de los video más vistos de youtube. Cogió las llaves de su coche y emprendió camino hacia el área de descanso que tenía cerca de su casa y que, según todo lo conocido, era lo más parecido a Sodoma y Gomorra, es decir un lugar en el que iba a realizar todo aquello que durante sus 32 años había mantenido a resguardo en su cabeza. Bueno, como él no se puede mentir, sabía que en esos años había tenido algún contacto con algún hombre, pero sólo mamadas y pajas que eso entre hombres es algo normal, no contaba, quizá porque había conseguido eliminarlo de sus recuerdos , aquella vez en la despedida de soltero de su compañero de trabajo en la que después del espectáculo que aquella stripper les dio, a falta de dinero para irse de putas, acabó follando con Eduardo, el marica oficial de la cuadrilla, aquello fue por circunstancias obvias y fruto del alcohol, tal era su grado de alcohol en sangre que realmente no se quedó en su mente, salvo raras ocasiones en las que entraba a ese chat en el que todo parecía tan fácil pero que nunca había llegado a nada. Pero lo del área de descanso tenía un punto morboso que le atraía, y ese día, ese miércoles otoñal, era el día perfecto. Tres días de soledad en casa, no tenía que dar explicaciones, el desvío de llamada, joder que invento, le permitía contestar a la llamada de buenas noches sin que se supiera si estaba tirado en el sofá o en cualquier otro sitio, así que dicho y hecho, llaves de coche, caja de condones, que nunca se sabe, toallitas por si acaso y una sonrisa entre nerviosa y delatadora de que iba a hacer algo políticamente incorrecto, salió de casa y emprendió, a modo de peregrinación, camino hacia esa área de descanso del que todo el mundo habla tan bien, nadie, según ha podido leer, ha vuelto sin echar un polvo, así que él, a modo de carne fresca, le nombraría míster área por aquella tarde noche. Cuando vio la señal de área de descanso a 1000 metros, su corazón comenzó a palpitar más deprisa, cada metro su ritmo cardiaco crecía casi exponencialmente. Ni que decir tiene que al llegar y mirar a su alrededor y ver tanto coche aparcado no se lo podía creer, pensó en cuantos condones le quedaban en la caja por si acaso no tuviera suficiente o por si tuviese que limitar sus conquistas. Aparcó en el parking de camiones por parecerle más discreto y se dispuso a bajar del coche. En ese momento, a muchos kilómetros de allí, una voz dijo “Conectamos con el área”, y en el monitor aparecieron las imágenes del mismo área de descanso donde el que había follado con Eduardo estaba bajándose del coche. Las dos cámaras, una situada en medio del área, colgada de una farola que iluminaba el aparcamiento de camiones, y la otra enfocada a la entrada de los servicios, por llamar de alguna manera a la edificación que se situaba en una esquina, recogieron todo el paseo que se dio desde el coche hasta el servicio, medio nervioso, acojonado ante tanta gente que aparecía entre los matorrales del camino, que le escrutaban a modo de ofertón en el hipermercado. Realmente es de agradecer que al otro lado de las cámaras hubiese alguien que velase de la seguridad, no sólo de él sino de todos los allí presentes, aunque en realidad el vigilante disfrutaba más que en el Gran Hermano ya que aquí parecía que sabían, o no querían saber, que les estaba alguien vigilando. Poco a poco se fueron colocando alrededor del monitor más personas y comenzaron los cometarios típicos de quien va a follar con quien y hubo un amago de porra sobre quien acabaría con quien. Mientras tanto los recuerdos afloraron y apareció Eduardo en su cabeza, lo bien que lo había pasado y lo culpable que se había sentido, pero el desfile de habituales le fue trayendo al presente máxime cuando el desfile de penes no cesaba, a él le parecían todos diferentes aún cuando algunos pasaron dos o tres veces, así que se armó de valor y se lanzó a por el primero, en ese momento la cámara hizo zoom y en la pantalla apareció con una nitidez nada desdeñable su cara., por supuesto era por su seguridad, nada que ver con el morbo de ver a dos tíos ligando o algo parecido. Después del uno vino el dos, luego el tres y aunque dicen que no hay quinto malo no pudo comprobarlo porqué fue tal la entrega que acabó destrozado, con ese cansancio rico de haber follado bien. Y todo sin riesgos, como a él le gustaba, nadie conocido, nadie lo sabría vamos para repetirlo una vez a la semana. Al día siguiente, como todos los jueves, había quedado para tomar unas copas con la cuadrilla, como siempre estaba Eduardo, a diferencia de otros jueves, Eduardo le miraba con complicidad, esa complicidad que da el conocer algo sobre alguien que sabes perfectamente que el desconoce, y tras las típicas conversaciones y la típica partida de mus, al salir para ir a casa, Eduardo se acercó a él y le hizo entrega de un DVD diciéndole, “en el centro de control de cámaras a esa área de descanso le llaman el gayhermano”. (Historia ficticia basada en hechos posiblemente reales)