Existen lugares que más que propicios para ligar son verdaderos circuitos de coches, uno de esos es el aparcamiento de La Cartuja. Al caer la noche me llevaron a conocerlo, había oído hablar de ello pero todo comentario había sido poco. Al principio se veían unos pocos de coches para lo que aquello fue más tarde. Unos, los menos, aparcados a las orillas del parque, otros dando vueltas como auténticos poseídos en busca de… creo que de poco porqué haciendo eso no me parece que se ligue mucho. Tras estar un rato parados en el coche, me llevó un colega que vive en Sevilla, a medida que la noche entraba aparecían más y más coches que se dedicaban a dar vueltas por el aparcamiento. Gente de todas las edades, algunos paseaban y se metían entre el bosque que hay entre la calle y el parking donde, posteriormente pude constatar, se ponían a follar. Espectacular, un coche dando vueltas y de repente paraba al lado de nosotros, miraba y salía de nuevo al circuito, verdadera sensación de carne en venta que está en un escaparate. Después de estar un rato parados al principio, o al final ya que no lo sé muy bien, Jesús, que así se llama mi acompañante, me llevó al apeadero de la expo del AVE, una pena que esté algo abandonada. Aquí el tema es más de mi forma, si bien había un par de tíos follando, alguno que otro estaba más relajado, aparentemente al menos, paseando por los alrededores de la estación. La forma de ligar no varía, miradas, toqueteos y demás, pero me sentí menos carnaza que el parking. A Jesús le pone más el tema del parking así que nos salimos de allí y aparcamos a la mitad del mismo, al lado de un 207 verde que estaba ocupado por un tío guapete, moreno con labios carnosos que no mostró demasiado interés, pero que bajó del coche. Jesús, caliente como un mono bajó y con mucha gracia se puso a hablar con él, poco después desaparecieron en el bosque que antes os comenté. Después de un rato, aburrido de seguir la competición automovilística, aburrido pero asombrado, decidí investigar que había entre los árboles, claro está que había visto entrar a un tío con muy buena pinta que había aparcado muy muy cerca de mí.
Pues ala Melchor entre la vegetación, entre que veía poco y que a veces soy torpe tropecé y me di un piñazo, con tan buena suerte que al que seguía me vio y vino en mi auxilio, ¿estás bien? Y esas cosas, con lo que entablamos conversación. En la cercanía se escuchaban unos gemidos que poco a poco iban a más. El que había venido en mi ayuda, causante de que yo me adentrara en la vegetación, estaba más bueno de lo que de lejos me pareció y tras reincorporarme y ser de nuevo homo erectus comenzamos a hablar de que yo no era de allí, obviamente, y que, según me dijo, no había casi nada ese día, joder que habrá cuando haya algo. Estuvimos guardando las formas muy poco rato, pero los gemidos estaban ya casi a punto de terminar, por la frecuencia que indicaba claramente que el que gemía se correría en breve, y con coros parece que la excitación subía, el me metió mano y me desabrochó los botones del pantalón, se bajo y empezó a mamar. De ahí al final seguramente otros, de los que estaban alrededor, seguramente aprovecharían los coros que los dos hicimos. Al acabar salimos del bosque y allí estaba Jesús con el paisano hablando, los cuatro nos pusimos a hablar mientras, ciertamente, la densidad del tráfico del aparcamiento crecía. Me contaron que en el bosque se montaba alguna que otra fiesta, pero que más en el apeadero del Ave.
En definitiva es un sitio muy recomendable, no encontrareis camiones, pero si vehículos, si alguno pusiera una gasolinera allí seguramente se haría rico.
jueves, 23 de abril de 2009
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