lunes, 8 de junio de 2009

¿pérdidas o beneficios?

Tal vez llegó demasiado apurado y no se dio cuenta que se habían fijado en el, aparcó y casi sin tiempo salió del coche, a simple vista no era más que un viajero apurado en busca de un lugar donde evacuar. Tropezó con la puerta cerrada de los aseos y se dirigió hacia la parte de atrás de los aseos, no era demasiado tarde, la noche comenzaba a caer y aún se dilucidaban las siluetas de los que estaban descansando en el área. Alguien definió el segundo como el tiempo que tardan en pitarte en Madrid cuando se pone el semáforo en verde y no has arrancado, pues en ese tiempo desfilaron tres personas tras la misma esquina por la que se había metido el, aparentemente apurado, viajero. Ciertamente para un no iniciado la escena no tendría nada de anormal ya que la parte de atrás de los aseos era la parte más normal para poder evacuar de urgencia tras haber intentado hacerlo en el sitio natural, es decir en la construcción que a tal efecto tiene el área de descanso. Pero cuando tienes algo más de escuela te das cuenta que los que han entrado tras el aparentemente apurado viajero llevan más tiempo que tú en el área, y llevan un buen rato, casi tanto como para tener una vejiga de unos cuarenta litros de capacidad o unos pantalones con unos botones imposibles de desabrochar o usan unos suspensorios demasiado apretados que le impiden realizar la operación precia a la evacuación con normalidad, te das cuenta que hay algo más.
En ese momento en que te das cuenta que hay algo más es cuando la mente comienza a crear una película que, la mayoría de las veces no tiene nada que ver con la realidad. La noche va haciendo más complicada la visibilidad y comienzas a hacer cábalas sobre si habrá salido alguno si seguirán los cuatro, y en cualquiera de las combinaciones que imaginas ves a alguno en posición de cúbito supino, a otros con una mamada asistida y a uno, normalmente el que más te ha puesto de ellos, dejándose hacer. Es en estos momentos cuando se supera la aceleración de 0 a 100 de cualquier vehículo, notas como el pantalón te va quedando más ajustado, y si estás en el coche sentado comienzas a buscar postura para que la tela se vaya amoldando más a lo que está pasando en tu entrepierna, en algunos casos liberas la causa de tu estrechez sacándola al aire para ver como se ha puesto por causas mentales nada más.
Tras un periodo prudente que puede ir desde los dos semáforos en verde a los sesenta, esto depende de la prudencia de cada uno, el aventajado observador se baja del coche y se acerca, de forma cautelosa, hacia la misma esquina por donde desaparecieron el aparentemente apurado y los tres viajeros, se asoma disimuladamente pero la noche le impide ver con claridad, simplemente escucha unos gemidos, duda pero finalmente se acerca para poder ver con más claridad, se acerca con sigilo pero en el camino tropieza y le suenan las llaves, los aparentes gemidos desaparecen momentáneamente pero reaparecen rápidamente, las conclusiones del explorador ya eran definitivas, por lo menos tres tíos montándoselo allí mismo y ahora sabían que alguien se acercaba y no les ha importado con lo cual tenía una probabilidad de fiesta grande. Efectivamente cuando se acercó se encontró a tres de los cuatro sujetos, ninguno en cúbito supino, pero si uno dejándose hacer por los otros dos, fue bien acogido y rápidamente integrado, se marcaron un polvo de la leche y salieron de allí hablando con tranquilidad, se dieron los móviles para volver a coincidir y efectivamente han coincidido más veces.
Pero si volvemos al inicio de este escrito y cambiamos el personaje que está sentado en su vehículo por un hombre simplemente curioso, heterosexual, o eso cree, y, como nuestro personaje inicial, se acerca, no atraído por la curiosidad sino por la necesidad de evacuar, y se encuentra a los tres tíos gimiendo puede ocurrir varias cosas, la óptima que descubra que eso de montárselo con otros tíos le va, que le dé más vergüenza a él que a los tres que están dándole que te pego o que se escandalice y decida comunicarlo a quien corresponda. Si el sujeto que se acerca resulta que viaja con unos críos y va con uno de ellos a evacuar, como el personaje de nuestro relato, la cosa se complica y mucho. Estas últimas situaciones son las que hacen que poco a poco se intente poner coto a los sitios de cruising, inicialmente te encuentras los aseos cerrados, es el primer paso de la clausura, posteriormente cierran las áreas de descanso por obras, ya se sabe que somos animales de costumbres y si dejamos de ir a unas zonas durante un tiempo determinado pues buscamos otras olvidándonos de las primeras, craso error pero ciertamente el volumen de visitas disminuye momentáneamente, y finalmente colocan cámaras de seguridad por nuestra seguridad, ya sabéis como los radares, pero es algo con lo que intentan intimidarnos.
¿Perjudicados? Nosotros, ¿Beneficiados? Mercedes Milá que tiene tema para numerosos programas.

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